La robótica social es una disciplina que se dedica a estudiar los robots antropomórficos que se diseñan y construyen para interactuar y comunicarse con los seres humanos, como sucede con los de tipo asistencial que ayudan a algunas personas mayores a recordar la hora de tomar el medicamento o de practicar ejercicio físico.
Como profanos que somos en esta materia podemos pensar que a mayor realismo del robot por sus rasgos antropomórficos, es decir a mayor semejanza del robot con el ser humano, la respuesta de las personas hacia el robot será en general de mayor empatía.
Pero ello no es exactamente así, si hacemos caso a las teorías del profesor Masahiro Mori.
En 1970 este profesor japonés de robótica del Instituto de Tecnología de Tokio lanzó la hipótesis conocida como del valle inquietante -uncanny valey- y referida a la reacción emocional o de empatía que los robots antropomórficos provocan entre los seres humanos con los que interactúan.
El profesor Mori analizó la relación existente entre el diseño de los robots con caracteres antropomórficos y la respuesta que ello genera en las personas, esto es si a mayor realismo en el diseño de los robots, la respuesta era de mayor empatía o más bien de rechazo.
Pues bien la conclusión del profesor es que cuando el diseño del robot podríamos decir es poco humano, nuestra reacción es positiva hacia él, pero a medida que el robot se va asemejando cada vez más a un humano y sus facciones son claramente antropomórficas, cuanto más aumenta por tanto el realismo del robot, mayor es a su vez el rechazo o la aversión de los humanos hacia él, respuesta que en algunos casos se convierte en recelo o incluso en miedo.
Y de ahí la importancia a la hora de diseñar un robot social de tener en cuenta la teoría del valle inquietante, por los sentimientos de inquietud o temor que pueda causar el mismo cuando interacciona con un ser humano.
Lo cierto es que ya tenemos algunos ejemplos en la vida real de esta teoría, desde maniquíes o figuras de ceras muy humanizadas o por ejemplo el caso del cortometraje Tin Toy creado por Pixar que sufrió grandes críticas por el diseño extremadamente realista del bebé.
Esta teoría tiene incluso un gráfico que la representa, por lo que es importante que los diseñadores de los robots antropomórficos la tengan en cuenta si quieren obtener una respuesta humana positiva hacia el robot.
Por ello los diseñadores de robots deben tener presente el gráfico del valle inquietante antes de empezar a dar forma al diseño del robot, para poder situarlo en el punto más alto de esa imaginaria montaña ya que es el lugar donde la percepción humana hacia el robot será más positiva y por ello evitar de todas todas, los diseños que discurran más allá del pico y que se adentren hacia el fondo del valle.
La razón es que a medida que el diseño se desplaza a la parte más baja de esa hipotética montaña dibujada en el gráfico, es decir a mayor realismo del robot, la respuesta que se obtendrá de los humanos será negativa, salvo que sea ese el resultado pretendido por el diseñador y quiera emular a aquel estudiante de medicina llamado Frankenstein que creó un monstruo de aspecto humano que tomó vida propia, al que abandonó a su suerte con resultados funestos.