En el capítulo segundo de las aventuras de Tom Sawyer, la tía Polly le encarga a Tom que pinte con cal una larga valla de madera, exactamente treinta varas de largo y nueve pies de altura.
Tom se las ingenia para que sus amigos realicen su trabajo por él y así descubre, en palabras del autor, uno de los principios fundamentales de la humana conducta: que para hacer que alguien, hombre o muchacho, anhele alguna cosa, sólo es necesario hacerla difícil de conseguir.
¿Y como lo hace? Pues haciendo creer a sus amigos que ese tedioso trabajo de pintar una extensa valla, es en realidad una agradable actividad creativa.
Para ello Tom empieza a pintar la valla a ojos de sus amigos como un gran artista que disfruta enormemente con su emocionante actividad creativa -que no es trabajo-.
¿Y que consigue?. Pues que sus amigos no solo le pinten la valla entera con 3 capas, sino que a cambio le hagan todo tipo regalos por ese trabajo, mejor dicho por esa ociosa actividad creativa.
Para ello Tom les vende el turno para encalar la valla, a cambio que sus amigos le regalen desde un trozo de vidrio azul de botella para mirar las cosas a través de él, una llave incapaz de abrir nada, un pedazo de tiza, un gatito tuerto o un collar de perro pero sin perro, regalo que da derecho a los colegas de Tom a pintar animosamente la valla -que no es trabajo-.
Tom les observa desde la sombra de un árbol, balanceando las piernas y comiéndose una manzana viendo como sus amigos trabajan por él, aunque ellos piensan que no es trabajo.
El final es conocido … la tía Polly se asombra tanto del trabajo de Tom que no puede expresarlo con palabras, al observar toda la valla encalada con varias capas y con una franja de añadidura en el suelo, y no solo le felicita sino que le regala una manzana.
Si trasladamos esta historia publicada en 1876 y la extrapolamos a las redes sociales o plataformas tipo Facebook, podemos sustituir los 3 personajes y ponerles nombres y apellidos:
a.- La tía Polly sería la representante de los accionistas de Facebook.
b.- Tom Sawyer sería sin duda Mark Zuckerberg.
c.- Los amigos pintores de Tom somos todos nosotros, los 2.449 millones de usuarios de Facebook que hacemos el trabajo -o para algunos una agradable actividad creativa consistente en crear contenidos gratuitos para la plataforma o red social.
En conclusión, aquel trabajo que deberían realizar los trabajadores de Facebook a cambio de un salario, nosotros los usuarios -los amigos pintores de Tom- lo hacemos no solo gratis et amore y de manera desinteresada, sino además pagando un precio como es regalando a la plataforma nuestros datos personales y no, como en el caso de los amigos de Tom, entregando a cambio un vidrio azul o un collar de perro pero sin perro.
Este es el llamado efecto Tom Sawyer, clave del modelo de negocio de las plataformas digitales.