Datos personales, big data y un embarazo adolescente.
El 28 de enero se abrió a la firma el convenio 108 de 1981 del Consejo de Europa, el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante que regula el derecho a la protección de datos, motivo por el que cada año el día 28 de enero se celebra el día internacional de la protección de datos en todo el mundo.
Los datos en general son una materia prima de gran valor económico y clave para cualquier negocio, ya que permiten crear una nueva forma de valor -la conocida como economía de los datos- de la que son ejemplo las llamadas GAFA -Google, Apple, Facebook y Amazon- que basan su modelo de negocio en la explotación de nuestros datos personales en un entorno de plataforma digital.
El big data -o datos masivos- se refiere al procedimiento creado para aprovechar estos datos que generamos las empresas consistente en el análisis de grandes volúmenes de datos que a menudo se captan a tiempo real en una gran variedad de formatos.
El objetivo final es la extracción de conocimiento para la toma de decisiones a partir de la detección de patrones, tendencias o correlaciones, descubriendo conocimiento oculto dentro de un gran volumen de datos -el caso Walmart, con los pañales y la cerveza es un ejemplo conocido-, lo que supone empezar a dejar de lado la intuición y la experiencia como únicas herramientas para tomar decisiones -utensilios adecuados sólo para un mundo con pocas. datos- pero insuficientes para la economía digital basada en el big data.
Es por ello que la normativa de protección de datos es necesaria en todo proceso de big data, si partimos de que muchas de las cosas que suceden en nuestra vida cotidiana dejan un rastro en forma de dato personal, que escaparía a nuestro control como ciudadanos si no existiera esta normativa -el reglamento 2016/679 y la ley 3/2018-, las agencias o autoridades de protección de datos y la figura clave del delegado de protección de datos.
Las empresas quieren conocer mejor nuestros gustos e intereses, adecuar sus productos y ofertas a nuestros patrones de consumo y adaptar así sus campañas de marketing, aunque hay casos donde el análisis de los datos de consumo en la web de un supermercado llevan a consecuencias digamos «imprevistas» en el ámbito familiar como el que sucedió en la cadena target de los EEUU.
Es el curioso caso de una adolescente que estaba embarazada sin que su padre lo conociera, y que debido a los patrones de búsqueda que la futura madre había generado en el portal del supermercado -pañales, biberones y chupetes-, este establecimiento había deducido que aquella clienta estaba embarazada.
El supermercado envió rápidamente a casa de la menor cupones de descuento para productos para criaturas y cuando el padre los vio, se presentó hecho una fiera en el supermercado pidiendo explicaciones de la razón por la que enviaban esta información a una menor de edad.
La historia termina con una segunda visita del padre al supermercado solicitado disculpas, ya que se ve que el único miembro de la familia que desconocía que su hija estaba embarazada era él, el padre.